EL ORIGEN DE LAS UNIVERSIDADES
En nuestra memoria colectiva existen muchos paradigmas que son difíciles de romper o borrar; su razón de ser es que quizá su nacimiento y explicación formen parte de una base sencilla y arquetípica para comprender nuestra sociedad, economía, cultura, educación y formación, o también existe el caso de que dados paradigmas sean una forma de dominación y del ejercicio de poder que impere. Dentro de estos paradigmas hay uno peculiar —su estructura cambia totalmente nuestra forma de ver el pasado y en la que se aprecia el presente—: la Edad Media o Medioevo, una etapa de penumbra recalcitrante que impregnó en lo más profundo de todas las mentes modernas y renacentistas, quienes se encargaron de darle ese matiz de oscuridad denunciando las vejaciones de la religión católica que hasta hoy conocemos.
Durante la Edad Media se desarrollaron ideologías y movimientos fascinantes como son —en filosofía— la patrística y la escolástica lideradas por Santo Tomás de Aquino, San Agustín de Hipona y Guillermo de Ockham. El humanismo cívico y científico tuvieron como estandarte a Francesco Petrarca y Erasmo de Rotterdam, quienes pusieron en evidencia las malas traducciones (muchas de mala fe) de los clásicos grecolatinos por parte de la Iglesia Católica.
La universidad es una de las instituciones de mayor importancia que se produjeron en el trascurso de esta etapa, pues es fruto de una complejidad social y gestación de que la educación no debía ser sólo para el clero y la élite, dando como resultado un impulso cultural. Estas universidades a diferencia de los centros de enseñanza de la cristiandad occidental poseían una autonomía, la cual fue uno de los principales elementos de diferenciación entre uno y otro y a la cual, se aunó una ligadura con poderes políticos y religiosos. Así pues la universidad se convierte en la institución europea por excelencia. Desde hace ya ochos siglos las universidades se han dedicado a crear nuevos conocimientos científicos, pero de igual manera han creado a un grupo social intelectual que juega un papel relevante en la historia social de Europa. Para entender el surgimiento de las universidades es necesario comprender el contexto cultural, docente y social de Europa entre los siglos Xll y Xlll.
Dentro del contexto social encontramos un desarrollo urbano que se centra en los inicios de la plena Edad Media, en la que según María del Pilar Obrado las ciudades de la Europa Occidental “se ven involucradas en un proceso de desarrollo y crecimiento”, que se ve complementado por el nacimiento de una serie de ciudades nuevas que dieron lugar a una maduración de la civilización urbana que poseía características particulares y la dotaron de homogeneidad y diferenciaron de lo rural. Así pues nacen ciudades satélites, es decir, centros políticos, económicos, religiosos, etc.
Por estas razones las ciudades se vuelven atractivas para los hombres y las mujeres, quienes comienzan a migrar hacia ellas, fascinados por la gama de posibilidades y atracciones que esta urbe en desarrollo ofrece. Una vez que los hombres entran a esta nueva forma de desarrollo, adquieren una nueva mentalidad la cual los va a diferenciar de los habitantes del campo. Es esta nueva mentalidad la que los llevará a tener una nueva necesidad intelectual, y la ciudad en general será la responsable de darle una respuesta adecuada.
Los clérigos juegan un papel importante, ya que al verse alejados de su ambiente natural (el campo), buscan el saber por sí mismos, y se percatan de las posibilidades que éste les da, razón por la cual se origina un parte aguas entre la vida urbana y la vida intelectual. Otro factor importante es el surgimiento de la burguesía, la cual queda al margen de los grupos que ya estaban posicionados en la sociedad medieval, como los sacerdotes, guerreros y campesinos. Se puede decir que la burguesía es específicamente urbana y que tiene una serie de características y peculiaridades que la diferencian de esta triada social. Dentro de ella encontramos artesanos y comerciantes (entre otros), los cuales tienen distintas posiciones económicas, unas muy bien acomodadas y otras de subsistencia; es en este medio en el que aparecen los intelectuales como otro grupo social característico del medio urbano; ellos desarrollaron un trabajo con técnicas específicas las cuales estaban determinadas por un concreto aprendizaje que da lugar a su propio gremio profesional.
El contexto cultural en el que se va a producir el surgimiento de las primeras universidades está determinado por la actividad de las instituciones a través de las cuales se ejerce la docencia en la Europa del siglo Xll: la escuela monástica, la episcopal y la municipal. Las escuelas monásticas tenían un papel bastante relevante desde la Alta Edad Media, ya que eran la vía de formación intelectual de los jóvenes destinados a estar inmersos en la comunidad monástica, aunque de igual manera estaban abiertas a hombres laicos que querían recibir sus primeros estudios. A partir del siglo XI las escuelas monásticas sufren cambios relacionados con las reformas gregorianas, como consecuencia de esta situación se cierran a una escuela interna destinada sólo a los miembros de su comunidad.
Las escuelas municipales fueron instituciones con una “personalidad propia” que las hace diferentes al resto; sus principales características es que son laicas y dependen de las autoridades municipales. La educación en estas escuelas está dirigida a las capas más sobresalientes de la burguesía urbana, tienen una enseñanza de carácter pragmático y utilitario que busca capacitar a la gente, principalmente médicos, abogados o notarios.
Un componente importante de este contexto formativo fue el renacimiento cultural del siglo XII, que fue protagonizado por personajes como Pedro Abelardo y también por algunas escuelas como la de París y Chartres. Algunos de los aspectos que fungen como parte de este despertar renacentista es la influencia del proceso de traducción de obras árabes, hebreas y griegas, entre las que destacan las obras de Aristóteles, Avicena, Averroes y Maimánides; este proceso de traducción permitió a los europeos ilustrados acceder al estudio y conocimiento de una serie de textos que les eran totalmente ajenos, lo que despertó en ellos inquietud por el conocimiento y a su vez permitió que se consolidara como la base de este renacimiento intelectual.
Las escuelas antes mencionadas y la renovación cultural, fueron el soporte sobre el cual crecieron las primeras universidades; sin embargo, en el afán por adquirir conocimiento, llegó un punto en el que las escuelas (sobre todo las episcopales) no pudieron dar abasto, razón por la cual surgieron profesores que ejercieron la enseñanza fuera de las escuelas, respaldándose en la licentia docendi (debía ser concedida a todos los que demostraran capacidades para la enseñanza). Las universidades surgen en respuesta al descontrol que nace con esta nueva práctica, ya que los alumnos al no verse sometidos a la jurisdicción de una autoridad clerical, se convierten en un sector descontrolado que a finales del siglo XVII causa problemas relacionados con el modo de vida turbulento y desordenado que llevaban, esto se ve reflejado en la poesía goliarda.
El papado apoyó la fundación de las universidades por diversos motivos: la posibilidad de combatir a los movimientos heréticos (cátaros, valdenses, etc.) que estaban en crecimiento, aumentar y consolidar sus poderes frente a las reclamaciones y aspiraciones de las autoridades civiles, y reclutar para sus oficinas un personal calificado capaz de llevar a cabo misiones específicas. El papado con todas estas intenciones por delante jugó un papel determinante en la creación de estas instituciones, ya que como apoyo a su creación les proporcionó su protección y una serie de privilegios y atenciones que dieron a las universidades un carácter internacional que las diferencia de los centros de enseñanza superior. El apoyo del papado trajo consigo una serie de consecuencias, como el hecho de dotar a las universidades de un carácter clerical, cosa que se extendió a maestros y alumnos (aunque estos no siempre se comportaran como clérigos). Finalmente el estudio en las universidades se enfoca a la teología, medicina y derecho canónico.
Por otra parte, también intervinieron autoridades civiles (siglos XIV y XV) que tuvieron como objetivo formar buenos colaboradores y aumentar su prestigio. Estas autoridades financiaron la creación de universidades y su sustento, pero a finales de la Edad Media —incluso algunas que no habían sido fundadas por estas autoridades— se vieron obligadas a verse patrocinadas por ellas, ya que muchas no tuvieron la posibilidad de solventar los gastos de su propio funcionamiento.
En la última etapa del siglo XII, desapareció el modelo de educación superior el cual, como ya se mencionó, estaba basado en las escuelas monásticas, episcopales y municipales. Su evanescencia fue causada por su insuficiencia para adaptarse a las nuevas circunstancias y responder a las nuevas necesidades de carácter intelectual que cada vez eran más exigentes. A esto le sucedió la aparición de las universidades, que iniciaron en el siglo XIII, empezando con París, Bolonia y Oxford. Terminada la imaginaria Edad Medida, en la segunda mitad del siglo XV, Europa ya tenía establecidas un número considerable de universidades.
En el andar de las instituciones universitarias es difícil precisar con exactitud la primera de ellas, de hecho hay disputas por saber cuál fue la primera, pero no hay que caer en ambigüedades, sólo es posible mencionar con certeza que la primera de ellas fue París, ya que se construyó a finales del siglo XII y comienzos de XIII. París sentó las bases para futuras universidades, pues esta ciudad era un centro esencial de la vida cultural europea, en donde se gestó una excelencia intelectual.
Cronológicamente Bolonia, procede a París, fue fundada a finales del siglo XIII y funcionaba como escuela episcopal especializada en derecho canónico; al igual que su predecesora, también sirvió como ejemplo para otras instituciones. Bolonia fue un foco de estudiantes interesados en aprender el derecho civil. Esta institución es un claro ejemplo de que los alumnos que no eran originarios de la ciudad erigieron la universidad, deseosos y embelesados por la fama de los estudios jurídicos.
Por último mencionaremos a Oxford, que nunca logró alcanzar el impacto que tuvieron sus predecesoras. A pesar de esto no se le puede quitar ningún mérito; a diferencia de las otras, Oxford no contaba con una diócesis episcopal propia y la presencia de estudiantes en la ciudad era notable, por lo que apoyados en profesores —quienes no eran intelectuales destacados a diferencia de los de París— lograron, con bases teológicas de gran atracción, formar una comunidad.
Las universidades no fueron una institución que logró consolidarse de un día a otro, sino que fue un proceso largo como los característicos en la Edad Media, pues se vieron inmiscuidas autoridades civiles y eclesiásticas, así como una nueva clase burguesa, las cuales persiguieron sus propios fines e hicieron de la educación una institución. Por otra parte, es necesario creer en el papel fundamental de los profesores y estudiantes, quienes con su ímpetu pudieron consolidar no sólo una clase intelectual, sino una institución para la época y la posteridad.
FUENTE y FOTOS: CULTURACOLECTIVA